viernes, 20 de junio de 2014

Fracaso y decepción ¿Van de la mano o son la misma cosa?

Hay momentos en la vida de cada uno en las que el mundo se pone en pausa o empieza a correr en cámara lenta, el corazón se detiene y los ojos se empiezan a inundarse de lágrimas, y de repente la mente te empieza a bombardear con palabras y frases demasiado crueles: "Eres tan patético, eres sólo una imitación de algo, jamás vas a lograr hacer algo exitoso en la vida, eres tan insulso, eres un fracaso". 

Y empiezan además las voces externas que se unen a la tuya: la llamada decepción.

Todo este veneno auditivo y emocional crean una revoltura que te insta a desistir de todos tus objetivos,de lo que creías ser, y te tratan de meter en la cabeza que tu camino en la vida no es otro que el de ser un fracaso y una decepción.

Así que tratas contra viento y marea que están equivocados las voces de los demás y las de tu cabeza. Pero, cuando no lo logras o todo resulta un desastre o en algo malo, lo único que sale de tu boca es: "fracasé". Y la decepción que sentían los demás hacia ti la vuelves tuya.

Pero realmente ¿Qué son el fracaso y la decepción? ¿Son acaso la misma cosa o es que son dos cosas diferentes que no pueden estar presente la una sin la otra?

Yo considero que son cosas que bien pueden vivir una sin la otra, porque la razón de su existencia reside precisamente en el origen de cada uno.

El verdadero fracaso viene de algo que se "trata de hacer" osea, cuando el esfuerzo por lograr algo es mínimo, puedes sentirte conforme con cualquiera de los dos resultados: el bueno y el malo, y simplemente decir monotónamente: "pues fracasé".

Con la decepción sucede algo distinto: tanto puede venir del poco esfuerzo de una meta como de exhaustiva batalla para lograr nuestros propósitos, lo que consideramos nuestro verdadero destino.

Sin embargo, además de que no son nuestras, acogemos a la decepción y al fracaso en un paquete de dos, y este singular dúo nos condenan como un par de viseras como las que les ponen a los caballos para forjarnos un destino oscuro, nocivo y opresor que no es nuestro pero que los demás diseñaron para nosotros.

Nos condenan a convertirnos en algo que no éramos se suponía no debíamos ser, es muy impresionante como la decepción y el fracaso pueden convertirse en entes moldeadores y forjadores.

Estos dos sentimientos, suelen venir acompañados, pero podemos separarlos.

Además, con la decepción hay algo rescatable, lo único bueno que nos puede traer la decepción es el empuje que nos da cuando caemos en la cuenta que nos hemos decepcionado a nosotros mismos al oír el amedrentamiento de las voces negativas externas.

Aunque lo más preferible es que este maléfico dúo esté lo más alejado de nosotros que sea posible.

Hasta la próxima.-