sábado, 15 de abril de 2023

Los ingenuos

 


Dicen que el infierno está repleto de buenas intenciones... pero a mí parecer creo que son las buenas intenciones las que nos inspiran a ser mejores personas, creo que habría que especificar que el infierno está repleto de las intenciones que no se concretan en acciones, sean buenas o malas.

Y es que a mí parecer, todas las personas que se deben algo a sí mismas no pueden descansar, ya sea en vida o muerte; nuestro mayor compromiso es con nosotros mismos. Si nosotros no cuidamos nuestro bienestar, creamos una deuda con nosotros, pues si estamos bien se refleja en como tratamos a nuestros semejantes.

Pero también se refleja en como nos tratamos a nosotros mismos, y esto me lleva a cuestionarme varias cosas en este punto de mi vida ¿Vale la pena dar batalla? ¿Si ya pusiste tus límites, es necesario hacerlos flexibles? ¿Por qué no eres capaz de reconocer tu valor? ¿Es posible no guardar rencor a la gente que te lastima? ¿Por qué permito tanto dolor?

Y es que estamos aquellas personas que pecamos en el extremismo del optimismo, de las que pensamos que todo pasa por algo para no afrontar el hecho de que al permitir que los demás traspasen ciertos límites se desencadenan mil escenarios que puedan afectar tu bienestar.

Y si no estamos bien... se altera el orden de varias cosas. Somos los ingenuos que pensamos que aunque permitimos no estar bien, creemos que este malestar es para forjarnos y permitimos abandonarnos a nosotros mismos; esto provoca que permitamos que nos hagan daño de mil formas diferentes: tratándonos como idiotas, dejándonos de lado, burlándose, alejándonos.

Somos los ingenuos que pensamos que después de todo ese dolor, algo bueno vendrá, y la cruda realidad es que la felicidad es algo que depende de nosotros conseguir; somos los inocentes que pensamos que el bien siempre triunfa, cuando el triste panorama es que alguien más hábil pero con peores intenciones puede sacar ventaja de la situación.

Y aún así, nuestra ingenuidad nos inspira a ser mejores, y si tienes suerte, inspira a los demás... inspira a ser más ingenuos, a ser más empáticos, a ser más amables, a ser más conscientes, a ser más comprensibles.

Cuando tomamos consciencia de ello, la ingenuidad se vuelve optimismo, y me considero una persona muy optimista a pesar de todo pronóstico.

La esencia de uno inspira, lo quiera o no, es nuestro deber saber qué queremos inspirar: algo positivo o algo negativo.


Somos los ingenuos los que queremos inspirar algo bueno en el mundo ¿Algo bueno de ello? Es que somos muchos los ingenuos que queremos cambiar las cosas que los cínicos que se conforman con el estado actual de las cosas.


Y yo me considero una persona muy ingenua.

¡Nos leemos en la próxima!