martes, 15 de junio de 2021

En una realidad alterna


 A veces me imagino que estoy en una realidad alterna, una realidad en donde jamás hubiese decidido echar tierra de por medio y en la que tú por fin tomaste una decisión.

Imagino que estuve en tu ceremonia de titulación en medio de la pandemia y que irónicamente elegiste tu cumpleaños como fecha para hacer el protocolo (Fue un buen detalle, debo admitir).

Y ahí, en esa realidad, te hizo gracia que me encariñara de Marimar y Oddie porque según yo jamás me gustarían los gatos; hubieras amado el nombre de Marimar (porque admitámoslo, su nombre es genial).

Nos hablaríamos por videollamada para saber cómo nos va y estarías orgulloso de lo que he logrado, de los proyectos que tengo y me impulsarías a decidirme a estudiar una maestría; yo quizá te impulsaría a emprender nuevos retos profesionales (porque a veces es necesaria una saludable dosis de realidad).


Hablaríamos de los videojuegos que te gustan o de la situación actual del país (aunque por tus preferencias políticas, no creo que hablemos mucho del tema), quizá leyera más libros de los que actualmente leo ¡Habrías hecho un drama nivel épico porque compré "Sol de Medianoche"! Pero respetarías mis gustos.

Hubieras estado al pendiente de como seguía Oddie cuando tuvo su accidente y me llamarías al decirte que el pobrecillo se volvió uno con la fuerza.

Pero, es una realidad alterna que no añoro; me gusta mi realidad: Estoy por mi cuenta disfrutando de mi familia y amigos, de mis proyectos profesionales y de las metas que tengo a largo plazo.

He de confesar que ya no te guardo ningún rencor, pero a veces mi corazón se cuestiona porque te sigo guardando en la caja de cristal... supongo que ni yo misma lo sé ¿Por melancolía quizá? Lamentablemente no puedo decir que todo lo que viví contigo fue positivo, pero ciertamente fue educativo.


Te deseo la mejor de las suertes donde quiera que estés en este basto universo. 

Y que tu realidad principal sea tan maravillosa que no tengas necesidad de a veces escaparte a una realidad alterna en donde tengas la pesada labor de lidiar conmigo.

¿Habrá funcionado todo este asunto en esa línea temporal? No lo sé, solo la teoría de cuerdas tiene la certeza de ello y para fortuna del universo, aún no se ha resuelto ese enigma.




miércoles, 24 de febrero de 2021

Lo divertido de los problemas

 


Sé que va a sonar raro, pero uno de mis pasatiempos favoritos cuando podía salir sin ningún problema, era escuchar a la gente que iba caminando o en el transporte público quejarse de sus problemas.

Porque situaciones que para mí me pueden parecer muy risibles, para ellos eran muy importantes y terribles al grado de una tragedia enorme; o en ocasiones, escuchaba a personas que estaban pasando por situaciones muy graves y las estaban enfrentando con tanta entereza y serenidad que yo misma me decía para mis adentros "¡Vaya! Esta persona es muy fuerte, ¿Cómo es posible que tome esto de manera tan tranquila?"

Hay algo que repito muy seguido "Ya quisiera tener yo esos problemas un día", suelo repetirlo demasiadas veces al leer que conocidos, amigos o contactos en redes sociales se quejan respecto a dónde pueden comprar tal producto o se descontinuaron, no sé, la marca de leche de almendras que solían comprar; o que se fue la luz, pero no llaman a la compañía de electricidad sino que lo denuncian por redes sociales.

Y no me malentiendan, no creo que a esas personas les vaya mejor que yo, es que es su realidad, y no hay nada malo con ello, pero me entretiene o me reconforta saber que hay personas con mmm... mejores problemas que yo, en un sentido de que son problemas menos graves.

Y también admiro a las personas que pasan por situaciones muchísimo más graves y serias por las que he pasado y solo dicen "Mmm... ya pasara, puedo solucionarlo si hago tal cosa o me esfuerzo con esta cosa"; creo que ese tipo de personas podrían decir lo mismo que yo digo del primer tipo de personas "Ya quisiera tener sus problemas un día".


Siempre que analizo eso me pongo a pensar que si viéramos nuestros problemas desde un punto de vista externo, podríamos tomar con un poco más de humor y ánimo sea lo que estemos viviendo y aprender a decir "No estoy conforme, pero puedo con los problemas que tengo".

¿O ustedes qué es lo que creen?

.- ¡Nos leemos en la próxima!







jueves, 18 de febrero de 2021

Memorias de una aspie

 


Voy iniciar esta historia el ya trillado "desde que era niña tenía la sensación de que no era como los demás"... Aunque también me gustaría decir que estaba consciente de ello, pero no. Desde que era niña había cosas que, aunque para mí eran normales, para los demás no, y eso me confundía bastante.


Muchos niños empiezan a hablar y a socializar desde la infancia temprana, van adquiriendo los primeros vestigios de su personalidad y van encontrando un sentido del gusto y el agrado hacia sus pasatiempos y aspiraciones; y estan conscientes de ellos.  Creo que ahí empezaron las primeras señales, como todo lo trascendente: inició de manera muy sutil; aunado al hecho de que la personalidad extrovertida de mi hermana gemela, me ayudaba a "enmascarar" (como muchos niños con asperger) el poco desarrollo de mis habilidades sociales.

Conforme pasaban los años, cuando algo llamaba mi atención, exploraba el tema o la actividad al punto de la obsesión: Podía leer el mismo libro de cuentos más de 10 veces seguidas y seguía tan fascinada como la primera vez, o todas las mañanas antes de ir a la escuela leía la misma hoja que me gustaba del diccionario... solo porque sí, o podía llenar una hoja del mismo dibujo.



También surgían otras dudas en mí que yo les llamo "choques culturales": ¿Por qué a la gente no les gusta hablar de la muerte en los funerales? ¿Por qué me regañan por no hacer la tarea? ¿QUÉ ES LA TAREA? ¿Por qué no puedo decir que algo me disgusta o no me agradó alguien? ¿Qué son los modales? ¿Porqué los otros padres mentían a sus hijos sobre la existencia de los reyes magos?

Y cuando tocó el turno de ir en un aula separada de mi hermana, se percibió de manera notable que yo no era una persona realmente social: mis compañeros de la primaria me decían rara, o que solo quería saber muchas cosas por presumida (no conocían el concepto de interés científico, supongo), pedía que me explicaran los chistes, no soportaba los ruidos altos, me ponían muy nerviosa las multitudes y las personas enojadas.

Pero tiempo atrás, se dieron cuenta que los cambios me paralizaban; Un cambio en la rutina o una mudanza bastaban para ponerme varias semanas aislada en una esquina del cuarto mirando al vacío.

A los 8 llegó la primera terapia con el psicólogo: nada, solo tiene que socializar con niñas de su edad... 3 meses de clases fallidas de ballet confirmaron que eso no era el problema.

También se dieron cuenta que aunque no prestaba atención a clases podía acordarme de todo lo que hablaba la maestra, irónicamente, no me acordaba de la tarea hasta el día siguiente que ya estaba en la escuela. Así como podía no mostrar miedo ante ciertas situaciones que normalmente asustarían a una niña de 8 años; me aprendía de memoria las canciones y las películas.

Hasta que, a los 18 años, tras un "Melina, ese personaje con asperger que aparece en la tele se parece a ti ¿No será que tú lo tienes", llegó un diagnóstico del psicólogo muy tardío: Tenía un leve espectro autista, que aunque me permitió desarrollar la habilidad de socializar, aún tomaba las cosas a literal o había ruidos y cosas que me provocaban ansiedad. En concreto: Asperger.

Las piezas al fin estaban completas y todo cobró un amargo sentido: ¿Estaba loca? No, solo soy diferente.

Y aquello que me provocaba temor de no ser normal, es lo que hasta ahora me ha hecho única porque hay cosas que la gente "normal" no puede ver y yo sí, tengo la fortuna de tener un síndrome que me hace redescubrir mi mundo todos los días.


Así como hay cosas que por mi Asperger me han costado desarrollar, hay cosas que me han enseñado a ver las cosas desde un ángulo diferente; y algunas otras... que me han metido en problemas (como no entender que hay cosas que tienes que decir de forma "educada").

Sigo sin mirar a la gente a los ojos, sigo sin entender porqué hay cosas que me deberían dar risa, enojo o tristeza; no estoy familiarizada con expresar muestras de afecto cotidianas; pero son cosas que me hacen especial.

He aprendido a vivir con mi Asperger y he aprendido a quererlo sin condición alguna.

¡Nos leemos en la próxima entrada!