martes, 29 de diciembre de 2020

Crónica de una pandemia anunciada

 Hace meses que venía dando vueltas a esta entrada, quizá por una serie de razones:

1.- Pensé ilusamente que solo íbamos a estar 3 semanas encerrados.

2.- No iban a pasar otras cosas en el mundo además de la pandemia.

3.- Quería dar un análisis más completo para fines de año. (Si esto llegaba a fin de año, lo cual sucedió)

En fin... heme aquí escribiendo.


Todo parecía indicar que 2020 era un año en el que varias cosas que tenía en mi lista de metas pequeñas por hacer estaban a punto de concretarse, me encontraba en un punto de estabilidad muy placentero... Hasta que marzo llegó y si bien no fue tan caótico el cambio como pensé, sí me hizo aterrizar sobre un hecho innegable: El mundo estaba cambiando a pasos agigantados y el destino nos estaba alcanzando (Sí, como en Guerra Mundial Z).

Algo que amo de mi rutina diaria pre-pandemia es arreglarme mientras escucho videos de historia o cultura, tomar el camión y dirigirme a la oficina.

 Convivir con los compañeros y caminar a todos lados; el cambio a una modalidad Home Office fue radical para mí ya que en mi hogar somos 3 personas trabajando y estudiando, ocupando el ancho de banda del internet y con juntas y clases en diferentes horarios.

Al estar en casa ya no me arreglaba ya que no pensaba "gastar" maquillaje ¡Para estar solo en casa! Sin embargo, el no arreglarme sí tuvo un efecto en mí: me encontraba desanimada muchas veces.

Definitivamente creo que este 2020 fue un año de aprendizajes, y el que diga que no aprendió nada es que no ha hecho análisis de conciencia; en mi caso me deshice de mi nervio y pavor de comprar cosas en línea y aprendí a comprar por línea hasta lo más iverosímil: Desde la despensa hasta la correa de mi perro.


Aprendí a distribuir mejor mi tiempo, a adaptarme a cambios repentinos (que para alguien con Síndrome de Asperger como yo es un reto).

Aprendí que los gatos no son tan malos y que dan muchísimo amor.

Aprendí que hay nuevas formas de seguir en contacto con los que quieres.

Aprendí que la salud es un tesoro que no podemos dar por sentado y que debemos cuidarnos para seguir manteniendo este regalo.

Aprendí que todos los trabajos tienen su importancia.

Pero sobre todo: Aprendí que el mundo no se detiene.


Tanto en lo bueno como en lo malo, vivimos un año lleno de sucesos históricos que cambiaron quizá para siempre el curso de la historia y de la vida tal y como la conocemos.

Y como en el mito de la caja de Pandora: La esperanza es lo que queda al último.

¿Y ustedes cómo han vivido este año de la pandemia?

.- Los leo en la próxima entrada

jueves, 1 de octubre de 2020

Construcción, destrucción y reconstrucción

Me gusta pensar que en la actualidad estoy en un momento de mi vida en la que tengo una estabilidad emocional y mental que me da paz y que, en cierta medida, me brinda una visión un poco más "madura" de las cosas; disto mucho de considerarme madura porque, seamos honestos, nadie alcanza una completa madurez; ni siquiera en el lecho de muerte. 


Hace días que viene a mi mente la siguiente cavilación: ¿Qué pasaría si tuviera la oportunidad de vivir fragmentos de mi pasado con el conocimiento que tengo en el presente? Lo primero que me viene a la mente es que inevitablemente dañaría el progreso que he tenido a lo largo de estos años, (principalmente de este año)ya que todo es subsecuente: Todo lo bueno o malo que me ha pasado a lo largo de mi vida me han llevado a este momento de paz en el presente.

Por otra parte, considerando el punto anterior, trataría de no cambiar nada, pero sería más consciente de ciertas cosas: aprovecharía más a las personas que ya no están y que tendría la oportunidad de ver una vez más, les daría un abrazo y les diría lo mucho que las quiero.


Sería cauta con las personas que ya no forman parte de mi vida y que en su momento significaron algo; y también comprendería el porque ya no tengo porqué guardarles algún rencor.

Sería paciente con las personas que en su momento fueron parte de una encrucijada en mi toma de decisiones, y que aún en el presente siguen representando una piedra más en la balanza de mi proceder; pero también sería agradecida de volver a captar detalles de sus enseñanzas y comprender porqué sigo atesorando a estas personas en mi corazón.

En el panorama más irresponsable de este escenario ficticio, creo que haría "trampa" en algunas situaciones en mi vida: diría de manera más abierta lo que siento, no me daría miedo de preguntar cuando tuviera dudas, me mantendría firme ante lo que no me agrada y no cedería ante la presión de otros.

Luego pienso en el efecto mariposa y vuelvo a mi pensamiento inicial; todo pasa por una razón y es parte de nuestro proceso de construcción, cada situación nos deconstruye y nos vuelve a ensamblar. Es como un muy complicado juego de LEGO.



Y tú ¿Qué harías si volvieras al pasado con el conocimiento que tienes en el presente?

.-Nos leemos en la próxima.




lunes, 6 de julio de 2020

Películas Románticas

Algo que siempre he amado son las películas: ya sea yendo al cine o disfrutando de las historias en la comodidad desde mi casa. Podría considerarme una cinéfila muy versada, pero la realidad es que soy una cinéfila en el sentido más sentimental de la palabra.

El gusto por el cine raya casi en lo romántico pero, no soy muy afecta por el cine de arte o el cine independiente. Aunque hay 2 tipos de películas que no me agrada ver en lo absoluto: las películas de guerra y las películas románticas.

Y la razón es la misma: Me hacen llorar.

Y no soporto llorar, pero esta entrada es para hablar del segundo tipo de películas.

¿Por qué me hacen llorar las películas románticas? He de aclarar que no todas me hacen llorar, los clásicos de la comedia romántica como las películas de John Huges no me sacan tanta lágrima.

Pero las actuales... Traen como resultado media caja de kleenex usada y una sensación de soledad (no soltería) tan pesada que me oprime el pecho, talandrándome en la cabeza ¿Por qué no me puede pasar algo así en la vida real? ¿Es que me cuesta tanto saber amar? 

Y no es que las películas románticas me hayan inculcado un estándar imposible sobre lo que son las relaciones románticas, simplemente me recuerdan lo que jamás he tenido: una simple historia de amor. 

Ya saben, la chica conoce al chico en el lugar menos esperado y hay una chispa entre los dos, se van conociendo y van descubriendo sus sentimientos; superan las pruebas del destino juntos y después de todas las dificultades, están más seguros que nunca que lo que más desean es estar uno con el otro.

Creo que con lo que más fantaseo al respecto es con la ilusión de lo inesperado; que un día el chico llegue a la puerta de mi casa de la nada, solo a decirme que se ha dado cuenta que me ama.

Sé que eso no existe, el amor no surge de la nada, en serio estoy consciente que es algo que se trabaja y se fortalece con la comunicación, se nutre con la empatía y es una labor de equipo.

Solo que, sé que hay una pizca de esas cosas que pintan en las películas, que me recuerdan el temor que tengo a enamorarme y al mismo mi terror a que no llegue a mi vida alguien con quién vivir una historia como de película.

Pero para evitar pensar en ese dolor, prefiero no ver las películas románticas. Así te olvidas un poco del desastre emocional que vive una día con día en la soledad.

Sé que no es lo más sano, pero tampoco es bueno alimentarse de estas historias en donde los protagonistas se quedan juntos al final de la película.

¡Nos vemos pronto!

miércoles, 13 de mayo de 2020

Fluir

Hace muchos años, cuando iba en la universidad, tenía a una amiga (ahora solo una conocida) quién mencionaba la importancia de dejar fluir las cosas.

Hablaba de fluir en su más pura expresión de verbo a comparación de lo que muchos hacemos: vemos el fluir como un adjetivo que como lo que es: un verbo (y no me refiero a lo gramatical).

Algo que debo de admitir es que siempre me he caracterizado por querer tener las cosas bajo un control, un orden: Hago listas de todo, me organizo por fechas y trato de prever lo que puede suceder para tener todo bajo control.

La vida misma me ha enseñado que el control es solo una ilusión, todo lo que tenía planeado para mi vida a esa edad no se concretó; pero viví situaciones que necesitaba para crecer.

Hace unos días me dí cuenta que en esa época estaba muy ilusionada con alguien y, estaba tan aferrada a que fuera para mí esa persona que (fiel a mi costumbre) planeaba como tenía que hacer las cosas para que al final (como historia de cuento) termináramos juntos.


Sobra decir que no terminamos juntos.

Pero me dí cuenta que la persona que es hoy (supongo, no me consta pues no sé de él desde hace dos años) ¿Dos años? Vaya ¡Cómo pasa el tiempo! No es compatible para mí en la etapa en la que estoy ahora y con la persona que soy hoy.

Disto mucho de ser una mejor persona o de ser perfecta (nadie es perfecto), pero sí he recorrido un largo camino. Haciendo esta reflexión me dí cuenta que muchas veces no le prestamos atención al verbo pero, la vida misma nos enseña a fluir.

Aún faltan muchos pasos que dar, y cosas que hay que empezar a dejar fluir, pero estoy segura que para lograrlo tengo que poner un pie frente al otro y empezar a caminar; alguien muy inteligente solía decir que hay que moverse para que el camino aparezca.


Duele el proceso, no lo voy a negar, pero cuando vemos hacia atrás, te das cuenta que no es tan difícil, solo es cuestión de concentrarnos en lo que queremos hacer y que nos hará bien.

Lo demás, pues... fluye.

¡Nos vemos pronto!




miércoles, 11 de marzo de 2020

Silencio

Estuve pensando mucho en hacer esta entrada, más que nada por el hecho de que aunque he hablado esto de manera abierta, esto es más público, más abierto y sobre todo, más duradero.

Pero, viendo los actos tan valientes de varias mujeres, heme aquí escribiendo esto. Esta es la historia de cómo he minimizado el acoso desde que tengo memoria y cómo me hice cómplice del silencio, dándome cuenta que he corrido con demasiada, a falta de mejor eufemismo, suerte de que lo que me pasó pudo haber sido mucho peor.

Pero no por eso debí haberlo permitido.
Tenía 16 años cuando fuí acosada por primera vez, mi hermana y yo íbamos a casa de una amiga y un tipo en bicicleta me dijo una serie de obsenidades sobre mis pechos. Me sentí asustada e impotente, pero no respondí.

Tenía 17 años, cuando en bachillerato empezaron a esparcir rumores de que era un tal por cual porque era amiga de uno de los chicos más guapos de la escuela. Tenía 18 años cuando este chico al que consideraba mi mejor amigo me invitó a su casa a "pasar por unas cosas", sentí tanto miedo que me quedé afuera de su casa, pero me hizo entrar; pensé que platicaríamos de cómo nos estaba yendo y de repente agarró mi mano para colocarla en su entrepierna...

Omitiré lo que me orilló hacer pero, es que en estas situaciones, a veces el miedo convierte tu sangre en cemento y tu mente en piedra. No olvidaré lo último que me dijo "Nadie tiene porqué obligarte hacer algo con lo que te sientas incómoda, siempre haz lo que permitas hacer" (¡Ja! Fue un gran chiste)

Cuando entré a la universidad este mismo chico me espiaba en mi facultad o me esperaba en la entrada del campus (luego de eso se escondía). Agradezco en verdad el apoyo de los compañeros y amigos que jamás me dejaron sola y me acompañaban a clases y a la parada del camión en esa época.


Mi madre no supo de esto hasta el año pasado, cuando un amigo me dió la fuerza y el apoyo para poder contárselo. También se lo conté a mi mejor amiga de años, cuál fue mi sorpresa que el mismo tipo había acosado a otra amiga suya. 

Tenía 21 años cuando otro amigo de la prepa comenzó decirme obsenidades sobre su pene cuando simplemente estábamos hablando sobre el calor... Ayer descubrí que le hizo cosas peores a compañeras suyas de la universidad. 

Y actualmente, hay un vecino que me acosa, vigila cuando voy a la tienda para salir y entrar "casualmente" a verme. Siempre tengo ir acompañada de mi madre o mi hermano.

¿Lo peor de todo esto? Ha llegado un punto en que todo esto lo ví normal, el daño que me han hecho consideré todo este tiempo que me lo merecía. Me he desprendido de todo valor y hoy, viendo todo el ruido que se está haciendo, las mujeres que han dicho Ni una más es por eso que ya no quiero quedarme en silencio.

Soy Melina Gozo Avila, tengo 26 años, fuí agredida sexualmente a los 18, he sido acosada toda mi vida, sigo teniendo miedo, pero el silencio ya no es opción.




lunes, 2 de marzo de 2020

Catarsis (y un poco de autorrealización)

Ya perdí la cuenta de los meses, de las semanas, de los días, de las horas, de los minutos y  de los segundos. El tiempo hace mucho que dejó de ser tiempo, porque en cada tic y en cada toc pienso en él... 

Una persona normal podría decir que es una obsesión (y quizá estén en lo correcto), pero yo prefiero llamarlo un (muy largo) examen de consciencia, ya que sigo analizando cada cosa buena que hice y cada error que cometí. A veces me arrepiento de todo lo que hice y la mayoría del tiempo sólo me arrepiento de lo errores.

No lo voy a negar: Estoy (no muy sanamente) enamorada de él, pero también sé que este sentimiento estaba condenado al fracaso desde antes de nacer. Porque eso es lo que suele pasar con mis sentimientos: Están severamente dañados. 

Mi hermana suele decir que es porque no tengo inteligencia emocional (por ponerle un nombre a algo que me ha pasado durante años), a veces yo lo atribuyo a mi Asperger y otras veces asumo que es por la poca o nula cantidad de amor sano en mi entorno cercano. Pero vaya usted a saber.

Lo que sí me ha ayudado esta experiencia es en avanzar en algunas cosas a las que le tenía miedo (expresar mis sentimientos no es una de ellas).

  • Me dedico más tiempo y cuidado a mí misma.
  • Ya compro cosas en línea.
  • Empecé a leer "La vaca púrpura".
  • Estoy iniciando el proceso de independizarme
  • Me he abierto a nuevas experiencias.
  • Estoy empezando a ser más cautelosa con mis sentimientos
Aún así, siempre viene el pensamiento nocivo de que claro que me gustaría tener a alguien a mi lado, compartiendo, creciendo juntos y siendo un equipo en las altas y en las bajas. 

¿Es qué es tanto mi miedo a confiar mi alma y fragilidad a alguien más? Me es difícil expresar mis sentimientos, y es cuando regresan mis pensamientos sobre él. Claro que lo extraño, claro que me arrepiento de lo sucedido.

Pero era necesario, porque a la larga, si hubiese insistido, la situación hubiese terminado peor de lo que terminó, o quizá no. Pero es algo que no me hace ningún bien saberlo y es mejor dejarlo en incógnita.

Primero tengo que seguir trabajando en mi relación conmigo mismo, ver qué tal me caigo y de ahí compartir esta relación con alguien más. Solo el tiempo dirá si estoy lista para por fin encontrar a ese compañero que tanto anhelo y que tan nocivamente alejo de mi destino. 

No es que me dé miedo estar sola, al contrario: Me aterra estar acompañada, pero al mismo tiempo me da pavor no conocer lo que es amar a alguien. 

Se supone que el amor no debe lastimar ¿Verdad? ¿Por qué entonces sufro tanto? Creo que ver a un psicólogo también ayudaría.

Un paso a la vez, Melina, un paso a la vez. Ya llevamos una buena parte del camino recorrido.

Y a ti, mi vida, si alguna vez por capricho o indulto del destino llegas a leer esto. Sigo lidiando con las consecuencias, pero no me arrepiento de nada (aunque a veces sí lo haga).

Y usted, querido y paciente lector, espero encuentre interesante este debate enfermo de mi mente vs mi inteligencia emocional.

¡Nos vemos!