viernes, 5 de diciembre de 2014

Legados

Este 2014, creo yo, ha sido un año de pérdidas, en varios aspectos: mental, emocional, sentimental, incluso económica (la semana pasada perdí cien pesos y ni idea de cómo pasó eso dentro de mi casa, a lo mejor los nargles me robaron el dinero), y la pérdida más difícil de todas es la física, y con física no me refiero a las cosas materiales, (aunque este año me robaron tres veces) sino a las personas que formaban parte de nuestra vida y ahora forman parte de nuestra concepción de lo que es la muerte.

¿No les ha pasado que en menos de cinco minutos su vida cambia súbitamente con ese tipo de noticias? Una fue mediante un mensaje mientras iba en el camión y la segunda fue al despertarme a las 7 de la mañana.

En menos de cinco minutos te das cuenta que estas personas que querías ya no estarán contigo de ahora en adelante ya sea haciéndote reír con esos bailecitos tontos que hacía en las fiestas de cumpleaños de tu primo, o llevándote todos los miércoles y jueves a la parada del camión para que fueras a la escuela.

Personas que formaron parte de tus buenos recuerdos de la infancia y de la adolescencia,  que fueron lecciones de prudencia, de sabiduría, de bondad, y otras fueron lecciones de que la vida no hay que tomársela tan en serio.

Y son muchos los días, semanas y meses en los que te preguntas ¿Por qué los buenos mueren antes? Te preguntas porque la vida es injusta, por qué la vida te golpea de esa manera, o por qué a las personas que sólo se han dedicado en su vida a ser buenas personas les da cáncer a los 26 años, por qué a las personas que han ayudado a los demás toda su vida se tienen que morir antes de que su nieto más chico cumpla siquiera los tres años de edad.

Creo que a varios les pasó este año, preguntarse porque una o varias de las personas que quieren se fueron para no regresar.

Hasta que te dejas de preguntar si la vida es justa o injusta, porque te das cuenta que la vida sólo es un paso y todo lo que hagas o no hagas será con el objetivo de que tu paso cuente para ser recordado.

Porque todo lo que hicieron o no hicieron estas personas son lo único que nos dejan, son los legados que aportan a nuestras vidas: vivir la vida como viene, no tener rencores, ayudar siempre a los demás, nunca dejar de buscar conocimiento, ser curiosos en todo momento, siempre hay tiempo para reír...

Es la herencia que verdaderamente vale y si no olvidamos lo que nos han enseñado, no se habrán ido del todo.

Esta entrada está dedicada a
Alex Salas, amigo bailarín que no sabe de futbol (le iba al américa, es broma si sabe de futbol)

Luciano Cruz Gutiérrez, abuelo adoptivo de 6 nietos, padre adoptivo, verdadera familia de varios.

Es mi forma particular de decir adiós.

Hasta la próxima.-